Ana Maria Jaramillo es de esas personas que no le tienen miedo a nada, eso se ve claro en la manera que habla, que escibe, que piensa y hace las cosas. Se fué de Colombia para Mexico 12 años atrás, y entre sus maletas se llevó ese gusto colombianísimo por la burla y la tomadera de pelo, que allá llamamos mamagallismo para darle crédito a Gabo. Cuentera desde chiquita, economista, escritora y periodista de mayor para no desentonar con el paisaje, esta pereirana tiene un no sé qué yo no sé dónde, pero desde que leí su primer texto, me ganó por knock out en el primer round.
Premio nacional de cuento en 1994, tiene entre sus características, quizá por sus estudios, una economía y una limpieza de lenguaje que usa como la mejor herramienta para sus relatos. Tambien ha escrito un par de obras de teatro, alguna novela y cientos de cuartillas periodísticas que han hecho y dicho de las suyas.
Premio nacional de cuento en 1994, tiene entre sus características, quizá por sus estudios, una economía y una limpieza de lenguaje que usa como la mejor herramienta para sus relatos. Tambien ha escrito un par de obras de teatro, alguna novela y cientos de cuartillas periodísticas que han hecho y dicho de las suyas.
No teme en su escritura, exaltar los sentidos y la sensibilidad de su género y denunciar también el objeto del antojo masculino, y nos entrega sus historias salpicadas de humor, buena narrativa y sobretodo, de una frescura que se nos entra por los ojos y no deja lugar sin sacudir en la memoria. Nada mejor para comenzar esta semana, que un texto de Ana Maria como prueba de que el buen arte es la mejor sopa de pollo para el alma.
EL MUJERERO
Por: Ana María Jaramillo
Por: Ana María Jaramillo
Margarito Estrella huele a tortilla y a queso camembert, a tequila y a vino blanco, a chile y a pimienta verde. Tiene los ojos azules de un triste pasmado, el pelo ensortijado con haces de luz plateada. No cree en nadie; sin embargo es el más generoso amigo y anfitrión. Posee un gusto exquisito y lo que toca lo transforma en deliciosos manjares o en obras de arte.No se perdona los excesos aunque vive en ellos, ni resiste mujer alguna por más tiempo que el determinado por sus ganas de soledad. Dice tener una verga chiquita pero rinconera y no cree en teoría psiquiátrica distinta a la vergoterapia.
Es capaz de todo si le toca, pero le da una flojera...Le encantan las mujeres. Un día, no sabe cómo ni por qué, descubrió que las adoraba y con empeño y paciencia se dedicó analizarlas, a entender ese intrincado mundo de los no que son sí, de los deseos autocomplacidos, de secretos rincones donde jamás hombre alguno ha osado penetrar. Cuando conoce una mujer, Margarito Estrella se dedica a mimarla como si fuera una niña. Ellas van confiando en sus cuidados y poco a poco se convierten en juguetes eróticos. Las acomoda en posiciones increíbles, las acaricia como sólo él sabe hacerlo, les descubre sus mejores ángulos, indaga cada pedazo de su cuerpo y encuentra sus zonas de placer, les pregunta todo sobre sus vidas hasta conocer cada uno de sus secretos, de sus debilidades, de sus deseos, de sus fantasías.
Con amor y delicadeza, con decisión y energía las va convirtiendo en marionetas; las obliga a permanecer horas sobre su cuerpo y con toda su imaginación en marcha les va arrancando uno a uno los orgasmos hasta dejarlas exhaustas, luego las unge con bálsamo del tigre y las va durmiéndo al arrullo de su ahogada voz. Es cuando aprovecha para contemplarlas a sus anchas y descubrir cada una de sus cicatrices, de sus gestos, de sus defectos. Nunca las ama ni las odia más que en estos momentos: con el maquillaje corrido, la posición fetal del sueño, la expresión de calma en su boca, sus ligeros y asquerosos ronquiditos, la saliva que se va cargando de sabor amargo, el pelo revolcado y sudado, algunas uñas que han perdido un poco de esmalte, las orejas con perforaciones sin aretes, un pequeño grano en el culo, los dedos de los pies disparejos y con callos, la planta del pie áspera y reseca.
Entonces piensa en lo afortunado que es: ¡Que alivio! Mañana temprano se vestirá, se acercará lentamente, le dará un tierno beso y dejará una lacónica nota agradeciendo los favores recibidos. Si ellas dejaran, él podría arreglarlo todo. Sabría cómo vestirlas, cómo peinarlas; les contaría las uñas, les despintaría la boca; el abundante pelo, limpio y brillante, lo dejaría a los caprichos del aire. Les suprimiría el horrible olor a perfume y con un delicioso baño cargado de esencias de flores les dejaría limpio el cuerpo, para que exhale sus propios humores; con un lápiz muy negro acentuaría sus ojos, las vestiría de colores otoñales, desterraría el brasier para que las tetas se acomoden a su antojo y así poder calcular su peso.
Les quitaría mil palabras de la boca, les indicaría cuándo y de qué hablar y cuándo callar, les enseñaría lo inoportuno de una caricia y un beso cuando no se está listo para recibirlos.
Le gustaría poder matarles algo que no sabe qué es, pero por lo mucho que ha vivido y leído, él cree que algunos lo llaman “identidad” o tal vez “libre albedrío”, pero también podría llamarse “estupidez”. El sólo sabe que adora a las mujeres y las quiere ayudar.Cuando ellas se alejan de Margarito Estrella, una rara sensación las invade. Se sienten desaprovechadas; no hay en el mundo un hombre que las conozca mejor; ni siquiera el espejo refleja esa maravillosa imagen que Margarito Estrella logra devolverles.
Ellas quieren que él las desvista, las disfrace, las bañe, las jabone, las peine, las ame, les hable al oído, las ausculte, las critique, las desprecie. No desean que les mate nada y se defienden. Margarito estrella se enfurece y les mata todo. Con gesto borra el reflejo, con una palabra destruye el placer, y con el silencio entierra el putrefacto recuerdo que invade su alcoba. Margarito Estrella se refugia en la contemplación de la Vía Láctea hasta que otro proyecto de mujer cruza por el cielo.
Sonríe, se llena nuevamente de amor y reinicia su profesión de “Mujerero”.
6 comments:
Ojala pudieramos encontrar alguien que por un instante aprecie al ser que tiene para amar y hacerla sentir la mejor y dejar esa sensacion por siempre.
Me encantó Ana María Jaramillo. La tengo contemplada para mis trenzas. Conozco a su esposo, José María Espinosa, que es uno de los más notables ensayistas mexicanos...
Eve
Tomo nota, Marta, tomo nota.
Un abrazo desde Terra Australis
Y tienes mucha razón Marta, que Ana María nos gana a todos por knock out .
Buenísimo el artículo y el cuento IMPERDIBLE.
Salúdala de mi parte y dale mis respetos y como siempre, el abrazo para vos desde estos lares lluviosos y húmedos.
Veronica desde MARIPOSAS & GIRASOLES
Hola Marta:
Soy mexicano, de profesión ingeniero
civil, tengo 38 años, me gusto tu blog, llegue a el buscando información en la red sobre Joumana Hadad, agradezco comentes con nosotros tus lecturas, me ayudaras a ampliar mi lista de autores.
Me dedico a la supervisión de la construcción de viviendas, actividad que absorve la mayor parte del día, procuro leer por las noches,cuando menos una media hora.
Me gusto el mujerero.
Saludos
Romeo
Existen algunos estremecimientos que me provoca leerte y eso está demasiado bien para un apasionado a las misma maneras de decir y las mismas palabras.Ando un rato por la tierra y ando también un rato por el cielo. Seguramente nos vamos a volver a encontar aunque más no sea en las mismas letras.
Un beso
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