Tuesday, September 4, 2007

CARTAS A CLAWDIA # 2

Por : Ricardo Bada
Clawdia, amor, te cuento que en Berlín habían sacado de la programación de la Ópera una puesta en escena de Idomeneo, rey de Creta, de Mozart, porque en la escena final aparecían las cabezas decapitadas de varios inventores de religiones, entre ellos Mahoma. Se temió que tamaña irreverencia provocase un atentado, pero por mucho que te extrañe, y sé que te extrañará mucho, el temor no era a los con harta razón enojados amantes de la obra de Mozart, sino a posibles terroristas musulmanes.

Luego, ante la presión de la opinión pública, que sintió en peligro la libertad de expresión, los responsables de la Ópera dieron marcha atrás y restituyeron esa escenificación al programa. Pero el daño quedó hecho, y la bajada de pantalones demostró una vez más que, como decía mi abuela Remedios, hay más miedo que vergüenza. Y al Islam, aunque se les llena la boca diciendo lo contrario, le temen. Desvergonzada, diarreicamente, le temen.

Me pregunto hasta dónde llegará el miedo. Por ejemplo: ¿llegaremos a ver un día “recortado” el texto del Quijote, como probablemente ya lo estará en su traducción al árabe?

Porque en el libro de Cervantes, en la primera parte, en el capítulo I, puede leerse: «Sobre todos, estaba bien con Reinaldos de Montalbán, y más cuando (...) en allende robó aquel ídolo de Mahoma que era todo de oro, según dice su historia»

Y en el V: «Historia sabida de los niños, no ignorada de los mozos, celebrada y aun creída de los viejos; y, con todo esto, no más verdadera que los milagros de Mahoma».

Y en el XVIII: «La hija de Pentapolín (...) es una muy fermosa y además agraciada señora, y es cristiana, y su padre no se la quiere entregar al rey pagano si no deja primero la ley de su falso profeta Mahoma y se vuelve a la suya»

Y en el XLI: «Di priesa a ponelle en tierra, y desde allí, a voces, prosiguió en sus maldiciones y lamentos, rogando a Mahoma rogase a Alá que nos destruyese, confundiese y acabase; y cuando, por habernos hecho a la vela, no podimos oír sus palabras, vimos sus obras, que eran arrancarse las barbas, mesarse los cabellos y arrastrarse por el suelo»

Y finalmente en el XLVIII de la segunda parte: «Aquí hace Cide Hamete un paréntesis, y dice que por Mahoma que diera, por ver ir a los dos así asidos y trabados desde la puerta al lecho, la mejor almalafa de dos que tenía»

Es decir, que Cervantes, a) certifica que ha habido imágenes idolátricas de Mahoma; b) considera mentiras sus milagros; c) lo llama falso profeta; d) se burla de su poder de intercesión ante Alá; y e) documenta que un árabe juró poniendo por testigo al Profeta que estaría dispuesto a pagar un alto precio por cometer el pecado de escopofilia [en castellano moderno diríamos que por ser voyeur].

Mucho me temo, Clawdia del alma, que nuestros descendientes van a leer un Quijote mutilado en aras al miedo al fundamentalismo islámico, y crecerán en un mundo donde la libertad habrá sido conculcada por el miedo. Pero no por un miedo a una amenaza real, sino uno alimentado premeditadamente por los gobiernos y las policías, para controlar mejor a sus propios súbditos.

Yo te confieso mi miedo, mi miedo a toda clase de fundamentalismos, pero más que a ninguno de ellos, al fundamentalismo de los hipócritas, disfrazado de deseo de protegerme. Del otro, del de los hijos del desierto, sabría cómo defenderme, y sería en legítima defensa, porque me ataca. Pero del que me abraza, dizque por mi bien, ¿cómo defenderme?

Un besote, y hasta la Victoria (la de Samotracia, claro), siempre.

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