Friday, July 27, 2007

LOS CHAMANES TAMBIEN ESCRIBEN


Este es un hombre muy especial, vive lejos de su tierra, y de él, álguien dijo que dán ganas de cantar mientras uno lo lee. Con su magia, de una charla con el jardinero del vecino, sacó una novela titulada "El corrido de Dante"declarada como la mejor novela del 2007 y galardonada con el Premio Internacional Latino de Novela, en la Reunión Anual del Libro Latino, en EE.UU. Siempre camina por las charcas de arroz de Chepen, sin importarle que no esté allá, y afirma que en el paraíso las calles son inclinadas, las casas suspendidas, huele a yodo y queda en Pacasmayo, a la derecha de su infancia, junto al mar de su amado Perú, a donde viaja varias veces al año, para cortarse el pelo, comer ceviche y visitar sus amigos del alma.
A los diez años leyó su libro favorito (“La divina Comedia”) en italiano, - idioma que no conocía - simplemente porque su abuelo declaró que los niños sabían todos los idiomas del mundo y asegura que no se equivocó. Se confiesa mejor amigo de los mentirosos y fabuladores pues ellos le han enseñado lo que sabe.

Mi invitado de hoy es Eduardo Gonzalez Viaña, nacido en Chepen, La Libertad, Perú, profesor universitario de Berkeley y Oregon, Premio Mario and Alma Pastega Faculty Honors, (reconocimiento de universidades estadounidenses por sus estudios sobre César Vallejo). Premio internacional Juan Rulfo 1999 por su cuento "Siete días en California", Premio noruego Kon Tiki, otorgado por Utrop, periódico multicultural de Noruega y la Asoc. Latinoamericanista de la Universidad de Oslo, para premiar las literaturas que establecen un puente entre los pueblos del Norte y del Sur del planeta. Nos cuenta cosas en notas virtuales tituladas CORREO DE SALEM (por la ciudad donde reside), ya lleva 441 entregas y de éstas les traigo la muestra.

Querido Eduardo, hoy tu té favorito es por mi cuenta, tú nada más trae la magia, bienvenido a mi casa.



LA BODA DE JIM Y GUADALUPE

Valentín Herrera, padre de Jim, pagó el “rehearsal” hace un mes en un restaurante mexicano de Salem. Se conoce con ese nombre (“ensayo”, en castellano) a la comida que ofrece el padre del novio para congregar a las familias de los futuros contrayentes.

Sin embargo, Valentín no pudo presenciar ayer la boda de su hijo con Guadalupe Mejía, ambos de 22 años, porque a la mañana siguiente del “rehearsal”, los agentes de Inmigración entraron en la empresa donde él ha trabajado durante diez años, lo detuvieron junto a otros veinte mexicanos y lo echaron del país por ser, según ellos, un extranjero ilegal.

Jim, el novio, es legal. Nació aquí, y su madre es (norte)americana, pero su amada Guadalupe no lo es porque nació en Guadalajara al igual que sus padres y sus dos hermanos.

De todas formas, ambos se casaron ayer en una iglesia pentecostal de Pórtland donde el único participante por completo legal e insospechable era Nuestro Señor Jesucristo… aunque no podemos estar seguros del todo.

Si los jóvenes hubieran obedecido al pie de la letra las leyes del estado, tendrían que haber esperado 40 años o más porque los ilegales debido a su situación no pueden casarse.

Es más, el año pasado cuando se aprobaron distintas regulaciones migratorias, el Arzobispo de Los Angeles declaró que para acatarlas, cada sacerdote tendría que pedir los documentos a sus fieles antes de darles la Comunión.

Poco antes de casarse, en la vida de Guadalupe ocurrió otro milagro: culminó su bachillerato universitario con un “summa cum laude”. De haber obedecido las leyes, no habría podido llegar a la escuela primaria. Cuando se hallaba en edad escolar, las leyes de California, el estado donde vivía, se lo impedían. Esa fue la razón por la que entonces la familia se mudó a Oregon.

Los “ilegales” no pueden casarse, ni estudiar, ni conducir automóvil, ni ir a la iglesia, ni procrear, ni nacer, ni morir, pero sí pueden trabajar en los campos; y gracias a ello, la canasta alimenticia de los Estados Unidos es una de las más baratas del mundo. Además, pagan sus impuestos y el Seguro Social, y no reciben jubilación, compensación por desempleo, atención médica: ninguno de los beneficios que ello debería significar.

En el siglo diecinueve, se abolió la esclavitud. Sin embargo, hay paralelos abominables entre esa institución y la actual situación de los trabajadores indocumentados en los Estados Unidos. A los negros esclavos les estaba prohibido casarse porque la legalidad del matrimonio solamente estaba reservada a los únicos supuestos “seres humanos”.

Además, cuando se les vendía, eran entregados al comprador sin sus familiares inmediatos porque así se vende a los animales… y eso es exactamente lo que proponía la –felizmente abortada- ley de inmigración que proponía George Bush. Para acogerse a su “generosa” legalización, los trabajadores deberían pagar varios miles de dólares, volverse a su país de origen y esperar allí a que fueran llamados. La familia inmediata no tenía que serlo, toda vez que lo importante en ellos es su fuerza de trabajo, y no su condición humana.

El pastor proclamó ayer que Dios está del lado de los pobres, de los extranjeros, de los que sufren y de los que padecen persecución y cárcel por haber amado la justicia. Por fin, cuando les dijo a Jim y a Guadalupe que Dios estaba presenciando su boda, cerré los ojos y rogué fervientemente que existiera.

Eduardo González Viaña

2 comments:

Anonymous said...

Apreciada Marta
No tengo palabras para decirlo lo refrescante que es leer su blog, buena pluma, talento, humor, calidad, equilibrio.

Espero que su talento no la lleve tan lejos como para perdernos de sus notas
Mis respetos
Marcelo Cuello

Elizabeth Hernández Quijano said...

Hola Marta:
He recibido tu correo de invitación a tu página. He leído tu post de hoy y me ha encantado el estilo narrativo. Me ha resultado interesante el relato. En fin, decirte que visitaré tu blog más a menudo para compartir.
Desde Huesca con cariño y para animarte a que sigas escribiendo.