Monday, July 30, 2007

CUERPO Y TELA

Nuestra piel y nuestra ropa son dos capas protectoras que se funden y confunden en las creaciones del japonés Issey Miyake*. Él encarna una frase de Oscar Wilde, para quien todo arte es a la vez superficie y símbolo. Su proceso creador se plasma en obras de arte para vestir y produce una simbiosis entre cuerpo y tela, entre tejido y estructura, que es poesía en movimiento.

Como Miyake no cree en la dictadura de la novedad, esa poesía adquiere una permanencia de la cual han sido tradicionales enemigos los grandes diseñadores y el mercado de la moda. En sus tiendas coexisten las colecciones de años anteriores y sus últimas creaciones, en una atemporalidad que refleja su sentir de que la innovación va más allá de la banalidad del consumo millonario.

El año pasado, Miyake fue el primer diseñador de modas en recibir el preciado Premio en Artes y Filosofía de Kioto, que otorga la Fundación Inamori de Japón por el trabajo de toda una vida. Un diploma, una medalla de oro de 20 quilates y cerca de medio millón de dólares sirvieron para sellar una realidad: Miyake ha trascendido los espacios de la pasarela para ser reconocido como artista.

Sus prendas figuran en los museos de arte (no solo en los del traje) y se exhiben en las mismas salas en las que se exponen pinturas o esculturas.

Con un estilo de gran originalidad, se nutre del pasado y de la más moderna tecnología. Usa materias experimentales, como monofilamentos de nailon y silicona moldeada, a la par de los tradicionales, como el papel hecho a mano con el que se producen los parasoles japoneses. Ha transformado la confección de ropa en un elaborado arte aplicado, que incluye otras ramas, como la pintura y la escultura.

Luego del horror. Cuando en 1945 la bomba atómica devastó Hiroshima, su ciudad natal, Miyake tenía apenas siete años. Le tocó ver a su madre luchar contra terribles quemaduras, y los recuerdos desgarradores de ese 6 de agosto y lo que vino luego, los ha transformado en un constante homenaje a la vida.

Innovador incansable, Miyake no cesa de revolucionar los procesos de fabricación de ropa. Un ejemplo es la colección iniciada en 1999 que llamóA-POC (por sus siglas en inglés, “A Piece of Cloth”, una pieza de ropa).

De un rollo masivo de tejido elástico, con la sola ayuda de unas tijeras, casi en un acto mágico y sin desperdicio, van saliendo las prendas (un vestido, una enagua, una cartera y otras más). No se necesitan hilo ni aguja, y cada una de ellas puede configurarse de varias maneras; según se desee, se van transformando en otro objeto.

Solo unos hilos casi invisibles marcan la línea de corte. El usuario decide en qué se convertirá esa pieza textil. El comprador se convierte en un elemento crucial de ese proceso creativo, versión –de alta moda– del “hágalo usted mismo”. La tela se produce mediante un programa de computadora conectado a una máquina sencilla, de las que se usan para tejer medias de nailon. Lo que parece simple esconde una intrincada complejidad de diseño.

Lo confortable. Fascinado con la comodidad global de los pantalones de mezclilla y las “t-shirts” de algodón, Miyake quiso inventar una prenda igualmente práctica, pero desde la estética oriental.

Primero probó con pantalones hechos en “sashiko”, tela acolchada resistente usada en Japón para ropa de trabajo, pero el resultado no fue el esperado, quizás porque –como ha señalado Roland Barthes– los jeans o los overoles de hoy no están diseñados para hacer con ellos trabajos duros, sino solo para que “signifiquen” ese tipo de esfuerzo; así, el trabajo se convierte en ocio, y esas prendas son solo un símbolo.

El diseñador pareció abandonar su objetivo, pero pronto dio a la luz su proyecto Pleats Please , una colección elaborada en tejidos ciento por ciento de poliéster.

Una vez cortadas y cosidas las piezas, en un tamaño dos a tres veces más grande que el producto final, se ponen en una prensa que crea un plisado permanente, en patrones verticales, horizontales o en zigzag, mediante los cuales el diseñador produce un efecto de dos o tres dimensiones.

Los artículos de vestir confeccionados así no necesitan ningún cuidado especial y tienen una estructura tal que pueden convertirse en pequeños rollos sin ajarse ni arrugarse. Son livianos, cómodos y permiten una amplia libertad de movimiento.

Para varias colecciones de Pleats Please , Miyake ha invitado a artistas plásticos, japoneses y extranjeros, a participar en exclusivas ediciones limitadas. Esas colecciones se presentan como una exposición de museo, acompañadas de catálogos con la descripción del proceso de creación de las obras. Este es un salto que hace desaparecer el pecado original de la fabricación masiva, así como el carácter efímero de las prendas destinadas al uso diario.

Entre sus primeros invitados estuvo Yasumasa Morimura, quien intervino con su autorretratoLa fuente de Ingres, y produjo un traje que más parece destinado a ser colgado en la pared que a ser vestido.

La perfección de la unidad entre cuerpo y tejido puede terminar produciendo una curiosa objetivación de la prenda, que se independiza: ella misma es contenedor y contenido. Así, el renombrado fotógrafo Irving Penn ha capturado múltiples diseños de Miyake sin usar modelos, dejando que la pureza de las telas exhiba su propio movimiento.

Mediante el uso de la tecnología textil más avanzada, Miyake ha ido eliminando botones, costuras y todo lo que le reste libertad a sus prendas, que no “cubren” el cuerpo, sino que lo integran. Sus tejidos flotantes se contraen cuando lo hace el cuerpo; cuando flotan, este vuela también.

El resultado que Miyake logra con sus diseños, de una perfección funcional y estética extraordinarias –al igual que como ocurre con el kimono– va más allá del sexo, la edad y los estereotipos acerca de las formas corporales que deben verse en una pasarela. Sus trajes son un dramático volumen en movimiento, un golpe a los sentidos.

En resumen: tejidos que fluyen con movimientos orgánicos y libres, sintonizados con el cuerpo como el mar con la arena.

MARJORIE ROSS
marjorieross@costarricense.cr


Issey Miyake*
Hiroshima, 1938
Aunque fue aprendiz en los años 60 de las casas Guy Laroche y Givenchy –o quizás por eso mismo–, Miyake está lejos de adoptar el papel tradicional del diseñador estrella que acapara todos los créditos. Desde 1970 creó el Studio de Diseño, integrado por un grupo de artistas y diseñadores brillantes que se empeñan, bajo su dirección, en una búsqueda, aprendizaje y experimentación permanentes. A menudo se compara a ese centro, donde hasta las paredes son retirables, con la Bauhaus, la innovadora escuela de arte, diseño y arquitectura de Weimar, Alemania, disuelta en 1933 por el gobierno nazi.

1 comment:

Unknown said...

Excelente!! muy interesante la nota sobre miyake! mas aùn porque para mi es de gran utilidad ya que estoy estudiando diseño de indumentaia y textil!
quisiera saber si ud tiene o sabe mas acerca de miyake y de la escuela en que estudio..

muchas gracias

carolina23900@hotmail.com