Thursday, August 30, 2007

UNO POR UNO IGUAL NOSOTROS

No hay forma de echar a andar este tren sin combustible, pero el carbón escasea y es un modelo del siglo pasado, nada de rieles eléctricos, nada de programación por computadora. Todo es un solo engranaje que funciona desde mis manos hasta el alma de sus hierros viejos, ronroneadores como gato consentido a los pies de su ama. Lo mejor es su sirena, ese piiiiiiiiiii piiiiiiii de carcajada al romper el paisaje sin clemencia por los que duermen, sin importarle nada más que dibujar sus nubes oscuras sobre las nubes blancas de Dios.

Hoy casi no logro ponerlo en marcha, amaneció como un anciano perezoso y friolento que se niega a levantarse. Claro, yo conozco sus mañas, no en vano pastoreamos hace 50 años las benditas praderas de la vida, sé que le gusta despertarse con cuidado, que lo arrulle mientras recupera el sentido, que caliente despacio su corazón cenizo, hasta desperezarse y alcanzar su balanceo de cuna infantil que tanto me gusta. Todo es mejor cuando juntos derrochamos extasiados el verde desparramado en las colinas, el azul indeciso de la mañana mientras el sol escondido entre los árboles nos hace el juego, y nos envía mensajes luminosos en clave morse con su linterna dorada.

Nadie conoce mejor este montón de deshechos que yo. No necesito preguntar, no requiero instrucciones, no hay cartas de navegación ni tiempos preestablecidos. Esta máquina y yo somos una, y sobran los intermediarios para entendernos. No existen secretos, ni confabulaciones posibles. La nuestra es una amistad como la que ya no se encuentra entre los hombres. Una hermandad que supera los años, los achaques, la malicia del amigo que se regocija en encontrar al otro mas viejo de lo que lo dejó. Somos una verdad con dos extremos, uno en su médula metálica y otro en mi alma. Y así vamos por la misma ruta todos los días del Señor, igual pero distinta, porque nada es idéntico a si mismo más que un instante, el río es varios ríos dependiendo del día, unas veces corpulento, envalentonado y gritón, otras, derrotado y cabizbajo. Somos mejores amantes que el amor, porque la nuestra es una unión multicolor, hecha de árboles, pájaros, caminos pedregosos y montañas viajeras, de instantes risueños cantados a mitad de la lluvia, o llorados a pleno sol, como tiene que ser en lo eterno. Porque estamos hechos el uno para el otro, más que para lo que somos en soledad. Mi viejo tren no es el mismo si yo no atizo su fuego, y yo no soy la misma si el no silba mi nombre sobre los techos pajizos de los poblados por donde pasamos.

Todos tuvimos una vez un tren, todos fuimos héroes antes de que el miedo nos convirtiera en cobardes, todos crecimos y dejamos atrás la magia por alcanzar lo que otros dijeron que nos haría felices. Nosotros no, él sin mi empeño no es más que un montón de chatarra inútil, y yo sin su fé soy una mujer solitaria, medio loca, que envejeció jugando a que tuvo un tren y alguna vez viajó con él hasta el otro lado del arco iris.

2 comments:

Anonymous said...

pero el tren además guarda las huellas de los que por ahí pasaron. Los otros te hablan desde el tren y hoy desde este cajón blanco, te hablo yo Marta y... cuántos más? No estás sola...

Anonymous said...

El otro lado del arco iris lo alcanzo a ver cuando te leo Marta.