Por: Marta Sepúlveda Góngora
Anteanoche estuve en una de mis librerías preferidas de Coral Gables, con toda la intención de disfrutar en compañía de un buen vino, la presentación del último trabajo de la dominicana Julia Alvarez, de la cual leí hace poco “Para salvar el mundo” y me pareció una historia interesante, bien documentada, profesional y agradable de leer.
Con estos antecedentes, llegué muy a las 7 y media, y ya la gente aguardaba por la autora. Todo estuvo a tono con la ocasión: El salón principal abarrotado, el ánimo espectante, nuestro queridísimo José Álvarez escritor colombiano, cabeza de la Feria del Libro en la parte latinoamericana como presentador invitado -muy tieso y muy majo él-, video con slides en power point, en fin, todo. Lo único que hizo falta esa noche en Books & Books fue una obra buena para presentar. Lastimosamente la calidad brilló por su ausencia y en lugar de ello, la escritora con gran naturalidad, nos confesó desde un principio que su trabajo a ofrecernos, era un encarguito que la editorial le habia hecho.
Que la habían llamado para decirle que necesitaban quién escribiera algo sobre las costumbres latinas y que ella habia sido la elegida. Ante lo cual, emocionada contestó que cómo así pero que bueno, que para cuando era la cosa. Y se amarró a la pata del escritorio a escribir ONCE UPON A QUINCEAÑERA, que entre otras cosas, se vendió como pan caliente después de la presentación.
No tengo nada contra las quinceaneras, ni contra las costumbres latinas, ni contra Julia Álvarez, es sólo ese sabor de lo mercenario en el arte, lo que me pica en los dedos para escribir esta nota. Me queda un ardor maluco en la garganta cuando me toca tragarme el cuento este de que las costumbres latinas para allá y para acá, y que le encarguen a uno un trabajito, como quien va a la carnicería de la esquina a encargar una libra de hueso bien carnudo pal sancocho de mañana.
Los latinos no necesitamos ser la propaganda de la que se sirvan los comerciantes para enriquecerse, podemos ser otras cosas. Y sobre nuestras costumbres puede escribir doña Julita o quien quiera hacerlo, pero cuando y como se les dé la regalada gana, y si se lo publican, entonces bien.
Me supo a puro comercial de TV el nuevo libro de Julia. Título, portada, todo. Pero bueno, cada cual tiene derecho de hacer lo que le parezca. Quizá me faltaría únicamente agregar algo: PARA SALVAR A JULIA como autora para la posteridad, sólo habría que aconsejarle revisar muy bien sus prioridades como escritora.
No es que los escritores seamos la gran cosa como muchos nos creemos a veces, lo que sí es cierto es que somos destinatarios de un compromiso ético con el propósito altruista de nuestra vocación, porque mis queridos lectores, para los que no lo saben, o se les ha olvidado, uno no escribe porque le toca, sino porque nació para eso. Y así como los historiadores son los encargados de registrar los sucesos de su época, los escritores somos la conciencia de la sociedad que vivimos. Claro, ahora con la tergiversación de los valores a todo nivel y el caos que nos asiste, la historia y la conciencia se piden a domicilio, se arreglan por encargo, se pagan por cuartillas y le pertenecen a los medios de comunicación.
Con estos antecedentes, llegué muy a las 7 y media, y ya la gente aguardaba por la autora. Todo estuvo a tono con la ocasión: El salón principal abarrotado, el ánimo espectante, nuestro queridísimo José Álvarez escritor colombiano, cabeza de la Feria del Libro en la parte latinoamericana como presentador invitado -muy tieso y muy majo él-, video con slides en power point, en fin, todo. Lo único que hizo falta esa noche en Books & Books fue una obra buena para presentar. Lastimosamente la calidad brilló por su ausencia y en lugar de ello, la escritora con gran naturalidad, nos confesó desde un principio que su trabajo a ofrecernos, era un encarguito que la editorial le habia hecho.
Que la habían llamado para decirle que necesitaban quién escribiera algo sobre las costumbres latinas y que ella habia sido la elegida. Ante lo cual, emocionada contestó que cómo así pero que bueno, que para cuando era la cosa. Y se amarró a la pata del escritorio a escribir ONCE UPON A QUINCEAÑERA, que entre otras cosas, se vendió como pan caliente después de la presentación.
No tengo nada contra las quinceaneras, ni contra las costumbres latinas, ni contra Julia Álvarez, es sólo ese sabor de lo mercenario en el arte, lo que me pica en los dedos para escribir esta nota. Me queda un ardor maluco en la garganta cuando me toca tragarme el cuento este de que las costumbres latinas para allá y para acá, y que le encarguen a uno un trabajito, como quien va a la carnicería de la esquina a encargar una libra de hueso bien carnudo pal sancocho de mañana.
Los latinos no necesitamos ser la propaganda de la que se sirvan los comerciantes para enriquecerse, podemos ser otras cosas. Y sobre nuestras costumbres puede escribir doña Julita o quien quiera hacerlo, pero cuando y como se les dé la regalada gana, y si se lo publican, entonces bien.
Me supo a puro comercial de TV el nuevo libro de Julia. Título, portada, todo. Pero bueno, cada cual tiene derecho de hacer lo que le parezca. Quizá me faltaría únicamente agregar algo: PARA SALVAR A JULIA como autora para la posteridad, sólo habría que aconsejarle revisar muy bien sus prioridades como escritora.
No es que los escritores seamos la gran cosa como muchos nos creemos a veces, lo que sí es cierto es que somos destinatarios de un compromiso ético con el propósito altruista de nuestra vocación, porque mis queridos lectores, para los que no lo saben, o se les ha olvidado, uno no escribe porque le toca, sino porque nació para eso. Y así como los historiadores son los encargados de registrar los sucesos de su época, los escritores somos la conciencia de la sociedad que vivimos. Claro, ahora con la tergiversación de los valores a todo nivel y el caos que nos asiste, la historia y la conciencia se piden a domicilio, se arreglan por encargo, se pagan por cuartillas y le pertenecen a los medios de comunicación.
5 comments:
marta: excelente nota. Aunque creo que el único compromiso que tienen el escritor es hacia la Literatura, que, en otro orden de cosas, no sé, a estas alturas, si sirve para algo. Incluso para evitar estos sin sabores, sería bueno que los escritores no vivan de sus escritos: que vivan de cualquier cosas, así no embarrarán sus creaciones ni le rendirán cuentas a nadie. Por último: la palabra "vocación" me da urticaria.
Un afectuoso saludo desde Terra Australis, donde ahora hasta nieva.
Hola Marta, muy bien por tu postura critica frente a la :literatura comercial. Hay que estar ojo avizor con esa clase de producto editorial y con los amigos que le hacen la corte.
Un abrazo
Jose Diaz
"Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero." Y tras lo que dijo el gran Quevedo, añadiré que aquel que alguna vez no trabajó mercenario y sin atender a sus ideales que tire la primera piedra. Mientras escribo esto me acuerdo de una nefasta temporada en la que, por dinero y para pagar la hipoteca, trabajé de redactor en un horroroso talk show de la tv. Y, si, de acuerdo con lo que escribes Marta...
No lo puedo entender por la sencilla razón de que toda la vida he sido un escritor profesional, es decir, alguien que se ha ganado la vida escribiendo. Es casi la única habilidad que tengo y que me gusta practicar, así que la verdad es que puedo considerarme bastante afortunado por haberme ganado la vida con ella, pero de todos modos está claro que además me ha permitido sacar adelante a toda una familia, y no pequeña. A mí no me parece nada degradante escribir por dinero, sino todo lo contrario, es lo lógico y lo que tendría que ser. Siempre. Y es más mejor, diría Cantinflas, que le den los encargos como el del libro de esta Julia, a alguien de quien se sabe que escribe bien. Vale.
Martha: muy elocuente tu nota y directa al punto... me imagine a Julia Álvarez atada a la pata del escritorio para cumplir con el encargo!!! Solo leí su obra 'para salvar al mundo', me gusto la novela como historia pero no me gusto su estilo literario, no encontré esa dedicación y preparación que he visto con otros autores. Por lo expuesto, no creo que Julia Álvarez sea la persona llamada para hacer un encarguito tan sensible como es relatar de nuestras costumbres latinas!!
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