Solo hasta leer el nuevo libro del escritor colombiano Ramón Manrique, descubrí el peligroso poder de la incertidumbre. No acaba uno de comenzar cuando en su primer poema nos descarga una mortal sentencia, un golpe directo y efectivo para dejarnos mal parados sobre nuestras endebles convicciones, cuando dice que… "ninguna ciencia navega en la honradez de la certeza". Que cierto es, y si pudiéramos nadar mas profundo en semejantes aguas, nuestro frágil navío ególatra sucumbiría, al confirmar a lo largo del libro que la incertidumbre no le pertenece solo a Manrique, ni a sus Miércoles, sino que ese océano nos ha tragado vivos, nos arrastra y nos avienta perverso sobre una incertidumbre personal, ética, interior, que nos pertenece como una aguamala le pertenece a la pierna del bañista, o un huracán a las chozas que desbarata a su paso, y que en últimas, no sabemos si exhibir su devastadora belleza horrorizados u orgullosos.
El poblador de estos días mansos en apariencia, nos deja fluir sobre un lenguaje directo, simple, que viaja sin escalas de la pluma al corazón, sin pasar por el cerebro para ser decodificado, nos fragmenta escenas que solas quizá no significan mas que un flash sobre un momento cotidiano, pero que reunidas en el libro y proyectadas como escenas de vida, tienen otro significado, otra contundencia y nos damos cuenta de que Manrique, como un mago se regocija en embobarnos al mostrarnos sus manos vacías, para dejarnos indefensos frente a las suertes letales de una verdad indefinible.
Nos cuenta que "nunca pudo descifrar los ingredientes de su alma", nos confiesa que "sus silencios gritan y llegan en tropel a su casa", de cómo sus huecas presencias lo "espían cuando reza y cuando ama, y lo recorren como tarántulas ante las cuales se queda inmóvil y ni siquiera piensa", y en ese momento que pareciera de terror o de suspenso, saca de su manga "la paciencia…que perfora el arrecife"…y su filoso borde brilla sobre nuestros cuellos, porque presentimos que esa paciencia no viene en son de paz, sino que amenaza torturarnos despacio y sin misericordia. Sin una sola gota de compasión, se declara "hermano del agua terracota"… que lo oxida todo. Hermano "de la nube que renuncia"… a su encumbrada vida y se desploma sobre las cosas convertida en misterio. Y así nos lleva por sus textos, nos levanta, nos da agua, nos acaricia la frente para reanimarnos, y nos deja caer sobre el siguiente drama.
En fin, el autor no mueve un dedo a lo largo de su libro, para salvarnos de la honrada certidumbre de que somos tan relativos, tan frágiles, tan inciertos y tan vulnerables, como cada uno de sus irremediables Miércoles. Sin embargo, no queda sabor a derrota después de leerlo. Queda más bien una dulzura amarga, parecida al encantamiento de la presa indefensa frente a los ojos de su verdugo, y lo perdonamos porque con todas sus consideraciones nos enseña la sabiduría un poco triste, pero no menos cierta, de que la incertidumbre forma parte de la grandiosa naturaleza del universo.
Nace “ESTE MIERCOLES” en Miami, un poemario que ve la luz en la ciudad del sol, y sin embargo nos trae las sombras de otros Miércoles menos luminosos, como el que originó el título de su libro justo cuando la invasión de Irak. Miércoles casi de ceniza, de recordatorio del polvo que somos y en el que nos convertiremos.
Fecha: Miércoles 29 de Agosto de 2007
Lugar: Salón de estudios y cultura. Hospital Larkin. Miami, Fl.
6129 SW 79 St, Segundo piso. Edificio anexo al estacionamiento.
Hora: de 7:30 p.m. a 10p.m.
Entrada Libre
El poblador de estos días mansos en apariencia, nos deja fluir sobre un lenguaje directo, simple, que viaja sin escalas de la pluma al corazón, sin pasar por el cerebro para ser decodificado, nos fragmenta escenas que solas quizá no significan mas que un flash sobre un momento cotidiano, pero que reunidas en el libro y proyectadas como escenas de vida, tienen otro significado, otra contundencia y nos damos cuenta de que Manrique, como un mago se regocija en embobarnos al mostrarnos sus manos vacías, para dejarnos indefensos frente a las suertes letales de una verdad indefinible.
Nos cuenta que "nunca pudo descifrar los ingredientes de su alma", nos confiesa que "sus silencios gritan y llegan en tropel a su casa", de cómo sus huecas presencias lo "espían cuando reza y cuando ama, y lo recorren como tarántulas ante las cuales se queda inmóvil y ni siquiera piensa", y en ese momento que pareciera de terror o de suspenso, saca de su manga "la paciencia…que perfora el arrecife"…y su filoso borde brilla sobre nuestros cuellos, porque presentimos que esa paciencia no viene en son de paz, sino que amenaza torturarnos despacio y sin misericordia. Sin una sola gota de compasión, se declara "hermano del agua terracota"… que lo oxida todo. Hermano "de la nube que renuncia"… a su encumbrada vida y se desploma sobre las cosas convertida en misterio. Y así nos lleva por sus textos, nos levanta, nos da agua, nos acaricia la frente para reanimarnos, y nos deja caer sobre el siguiente drama.
En fin, el autor no mueve un dedo a lo largo de su libro, para salvarnos de la honrada certidumbre de que somos tan relativos, tan frágiles, tan inciertos y tan vulnerables, como cada uno de sus irremediables Miércoles. Sin embargo, no queda sabor a derrota después de leerlo. Queda más bien una dulzura amarga, parecida al encantamiento de la presa indefensa frente a los ojos de su verdugo, y lo perdonamos porque con todas sus consideraciones nos enseña la sabiduría un poco triste, pero no menos cierta, de que la incertidumbre forma parte de la grandiosa naturaleza del universo.
Nace “ESTE MIERCOLES” en Miami, un poemario que ve la luz en la ciudad del sol, y sin embargo nos trae las sombras de otros Miércoles menos luminosos, como el que originó el título de su libro justo cuando la invasión de Irak. Miércoles casi de ceniza, de recordatorio del polvo que somos y en el que nos convertiremos.
Fecha: Miércoles 29 de Agosto de 2007
Lugar: Salón de estudios y cultura. Hospital Larkin. Miami, Fl.
6129 SW 79 St, Segundo piso. Edificio anexo al estacionamiento.
Hora: de 7:30 p.m. a 10p.m.
Entrada Libre
1 comment:
Linda crónica la de Marta Sepúlveda sobre tus preguntas, que terminan siendo una cruzada contra la certeza, una apología a la certidumbre de la duda. No hay nadie más peligroso que los que están seguros y los que se sienten buenos (incluyéndonos).
Suerte en el lanzamiento. Te acompañaremos desde este terruño.
J.E.
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