Monday, September 22, 2008

ROBERTO PEREZ MORENO: LOS GAJES DEL OFICIO

Toda la vida me gustó el arte, mi familia fue de artistas y yo la llevo muy adentro pegada con la plastilina que me daban mis tíos para jugar. Al terminar el bachillerato, mi padre quería que yo fuera Odontólogo, me tocó hacer un semestre y no aguanté. Un amigo me vino con el cuento que iban a dar un curso en el Centro de Restauración en Bogotá y yo de inmediato supe que eso era lo que quería hacer.

Me contacté con la directora del museo de Antioquia y le conté lo del curso a ver que opinaba, le dije que era desertor de otra carrera pero que confiara en mí porque ésta si me gustaba. Me llamó un lunes para decirme que jueves y viernes eran las inscripciones, y yo sin pensarlo dos veces saqué papeles, metí lo que pude en una maleta, me fui a Bogotá dizque por unos días y mentiras que me quedé cinco años estudiando restauración.

Por cosas del destino me tocó volverme para Medellín y ya llevo 21 años trabajando en este oficio de devolver la vida a lo que se muere de viejo. Acá en Medellín pasa lo contrario de otras ciudades. Afuera las antigüedades están en los museos, aquí están en su mayoría en manos de coleccionistas privados. Además, reconstruir una obra de arte, es devolverle la vida a la historia, darle un valor al pasado y dejar mi huella de ello en el presente. Medellín tiene obras de arte que usted ni se imagina: Hace un tiempo vi una escultura de Rodín, cuadros de Van Gogh, Toulousse Lautrec, Degás, traídas de Europa en la época de la bonanza minera a principios del siglo XX, cuando las familias de los empresarios nuevos se iban a pasar largas temporadas a Europa y allá las compraban.

Somos tan nuevos que no recordamos lo viejo, el último virreinato fue el de la Nueva Granada y solo duró veinte años, por eso no tuvimos oportunidad de asentamientos que nos dejaran herencias tan valiosas como las de Perú, México o el mismo Brasil que fue la única colonia que tuvo rey, porque el de Portugal se vino a Brasil a gobernar desde ahì. El valor por lo antiguo no existe en nuestro país, cada día recortan más el presupuesto para la cultura y el arte. Sabe? Oscar Niemeyer construyó una casa que usted podía ver por esta ventana, imagínese, debería ser patrimonio de la humanidad y la tumbaron para construir semejante esperpento de edificio que se ve desde aquí.

Los materiales de hoy no son lo mismo, los artistas ya no se interesan en la calidad de sus obras, no se preocupan por garantizar que sus obras permanezcan en el tiempo. Hoy todo es desechable. Ya una obra de arte no es un documento histórico que nos cuenta como pensaban en esos tiempos, o como era el mundo de la época en que la hicieron. Me he encontrado con que me traen un cuadro y al restaurarlo hay otro por detrás del lienzo que vale más que lo que había a la vista y los dueños no tienen idea de su valor. Yo solo digo...perdónalos Señor, porque no saben lo que tienen.
Cuando restauro una obra ella me lo cuenta todo, dónde la tuvieron, si el clima era húmedo, si donde estaba había mucha luz o poca. Si el aire corría cerca, si había estaciones, si la trataron bien o la lastimaron. Por eso es que me gusta mi oficio, mi taller es un confesionario donde cada día el arte me revela sus secretos y sabe que están a salvo conmigo.

3 comments:

Jorge Enrique Cuéllar Agudelo said...

http://tallerderestauro.spaces.live.com

Anonymous said...

Querida Marta se que puedes imaginarte cuanto he disfrutado de tu poesía, gracias por esos regalos especiales: tu compañía y tu poesía; fueron ellas las que hicieron de esa tarde algo mágico. Como no tengo internet en mi casa puedo demorar mucho en contestarte, pero a seres como tú, siempre se les siente cerca.
Un abrazo
LUZ STELLA B.

Anonymous said...

Quiero enviarte mi caluroso abrazo y cariño. Probablemente hacer comparables por parte del suscrito, dos vidas y dos formas de arte como las de Daniel Barenboim y Roberto Perez Moreno, puede hacer más evidente lo neofito que soy en materia artistica; sinembargo, cuando existe la sensibilidad en las dimensiones de estos dos protagonistas de tus comentarios, con los riesgos que les lleva adentrarse más en lo clasico y su pureza y que eventualmente por ser como son, se vean inmersos en potenciales problemas por sus opiniones, hacen que ser clasico sea un orgullo (no por los problemas sino por su calidez).

Carlos P.