Poeta, escritor y periodista.
Sincelejo, Sucre, Colombia
Alguien en este mundo me debe un azul y yo le debo un patio. Un azul de luz correteando el aire de Diciembre.
Y un patio profundo de astromelias y de noche poblado por luciérnagas y diminutas aves.
Quien quiera que haya dejado en mi olvidado aquel azul, yo lo guardo entre las más secretas rendijas de la infancia; entre mis párpados recién abiertos a los enigmas de la tiniebla y el sueño.
Aquí mis ojos esperan por el azul; aquí mi patio por los pasos del caminante como una epifanía de pájaros y nubes; como canto y luz que no se extinguen; crepúsculos y lluvias que no cesan.
Si nadie lo ha olvidado en mí, yo devuelvo a todos este azul que delata mis nostalgias y me lleva otra vez por los senderos de un tiempo que se resiste a sucumbir al tiempo; por el espejo que nos devuelve un rostro parecido a nosotros.
De alguien escondiéndose del sol entre aquel patio que crece en la memoria y espera por alguien; tal vez por uno mismo; tal vez por un ausente que nunca respirará el olor de pesadumbre de los ciruelos y los tamarindos.
Yo voy por ese azul, por aquel patio; por las ráfagas de viento que vienen de un invierno recién caído; por las virutas de un verano que nunca acaba de pasar y se esconde entre antiguas tinajeras fraguadas por las manos de una bisabuela cuando apenas el barro había engendrado a Adán.
En el rescoldo de un fogón de leña de este patio que por alguien espera calentaba mamá la esperanza, multiplicaba con sus manos blancas el pan del alba, correteábamos cándidos los duros días por venir.
Ahí, en medio del breve jardín de mamá y los aparejos de papá recién muerto, fuimos monarcas del reino de las fantasías y el candor; príncipes azules de la imaginación; barqueros que surcaban las aguas conocidas hasta entonces y volvían exhaustos de travesías alrededor de si mismos.
Desde el quicio de la casa que alberga ese patio entrañable, vi llegar la noche con sus legiones de estrellas y luceros; vi por días incontables asomarse gigantes y esplendorosas las primeras lunas de la epifanía; unas tras otras las lluvias que después fueron largos, rotundos inviernos.
Me vi, desde aquella angosta puerta que se levantaba sobre el quicio y que hoy recuerdo como una larga ventana que daba contra el cielo presentido de azul, atravesar infinitos corredores que igual iban a dar al infierno y la gloria.
Ahora que me busco en la memoria ya no soy. Otro es el que corretea por las aceras y juguetea con los copos blancos del árbol de majagua. Otro el huérfano de luz de aquellas lluvias de atardeceres prematuros.
En el fondo del patio, entre los ciruelos y el tamarindo, papá me hace señas y sonríe.
Otra vez Diciembre.
Hay un cielo de azul pintado. Un patio de astromelias, heliotropos y lluvias rojas.
Unas manos blancas en el rescoldo de un fogón de leña calentando la esperanza.
Todo vuelve en este instante: la cena interrumpida, la luz apagada, las ausencias.
Y un patio profundo de astromelias y de noche poblado por luciérnagas y diminutas aves.
Quien quiera que haya dejado en mi olvidado aquel azul, yo lo guardo entre las más secretas rendijas de la infancia; entre mis párpados recién abiertos a los enigmas de la tiniebla y el sueño.
Aquí mis ojos esperan por el azul; aquí mi patio por los pasos del caminante como una epifanía de pájaros y nubes; como canto y luz que no se extinguen; crepúsculos y lluvias que no cesan.
Si nadie lo ha olvidado en mí, yo devuelvo a todos este azul que delata mis nostalgias y me lleva otra vez por los senderos de un tiempo que se resiste a sucumbir al tiempo; por el espejo que nos devuelve un rostro parecido a nosotros.
De alguien escondiéndose del sol entre aquel patio que crece en la memoria y espera por alguien; tal vez por uno mismo; tal vez por un ausente que nunca respirará el olor de pesadumbre de los ciruelos y los tamarindos.
Yo voy por ese azul, por aquel patio; por las ráfagas de viento que vienen de un invierno recién caído; por las virutas de un verano que nunca acaba de pasar y se esconde entre antiguas tinajeras fraguadas por las manos de una bisabuela cuando apenas el barro había engendrado a Adán.
En el rescoldo de un fogón de leña de este patio que por alguien espera calentaba mamá la esperanza, multiplicaba con sus manos blancas el pan del alba, correteábamos cándidos los duros días por venir.
Ahí, en medio del breve jardín de mamá y los aparejos de papá recién muerto, fuimos monarcas del reino de las fantasías y el candor; príncipes azules de la imaginación; barqueros que surcaban las aguas conocidas hasta entonces y volvían exhaustos de travesías alrededor de si mismos.
Desde el quicio de la casa que alberga ese patio entrañable, vi llegar la noche con sus legiones de estrellas y luceros; vi por días incontables asomarse gigantes y esplendorosas las primeras lunas de la epifanía; unas tras otras las lluvias que después fueron largos, rotundos inviernos.
Me vi, desde aquella angosta puerta que se levantaba sobre el quicio y que hoy recuerdo como una larga ventana que daba contra el cielo presentido de azul, atravesar infinitos corredores que igual iban a dar al infierno y la gloria.
Ahora que me busco en la memoria ya no soy. Otro es el que corretea por las aceras y juguetea con los copos blancos del árbol de majagua. Otro el huérfano de luz de aquellas lluvias de atardeceres prematuros.
En el fondo del patio, entre los ciruelos y el tamarindo, papá me hace señas y sonríe.
Otra vez Diciembre.
Hay un cielo de azul pintado. Un patio de astromelias, heliotropos y lluvias rojas.
Unas manos blancas en el rescoldo de un fogón de leña calentando la esperanza.
Todo vuelve en este instante: la cena interrumpida, la luz apagada, las ausencias.
elversionista@yahoo.es
6 comments:
Visión nostálgica mostrada con alta calidad poética, con honda sensibilidad y desde un ángulo que plantea una propuesta que me sedujo: por un patio me devuelves el azul...Felicitaciones.
Pilar Romano
Gracias, querida amiga Marta, por tus correos y por los contenidos, tan excelentes como sorprendentes, de tu blog. ENHORABUENA.
Un abrazo
Carlos Benítez Villodres
Málaga
Amiguita !!! POR DONDE has andado todo este tiempo !! ? la triciclo que ? las flores aun resplandecen .
Caballito.
Marta querida, hoy pase un rato con tu blog. Me encanto eso del patio, el azul y diciembre.
Un abrazo grande,
Gina Sacasa-Ross
Hermoso texto. Nos ofrece sensible prosa poética que cautiva y revitaliza la vida que vivimos este día que transita. Saludamos a Cristo García, nuevo escritor colombiano -al menos en nuestra lista-. Ya somos otros, es cierto, pero en muchos aún navega nuestro cielo ese Azul que los puros de complejo corazòn entregamos al amor comunitario, tan necesario siempre -qué bello es compartir, amar bellas almas, por ejemplo-, para resistir en el arduo aunque privilegiado Patio que nos entretiene. Gracias Cristo por este verdadero poema prosado. Y Gracias preciosa Marta, por tan positiva publicación.
Hermoso texto. Nos ofrece sensible prosa poética que cautiva y revitaliza la vida que vivimos este día que transita. Saludamos a Cristo García, nuevo escritor colombiano -al menos en nuestra lista-. Ya somos otros, es cierto, pero en muchos aún navega nuestro cielo ese Azul que los puros de complejo corazòn entregamos al amor comunitario, tan necesario siempre -qué bello es compartir, amar bellas almas, por ejemplo-, para resistir en el arduo aunque privilegiado Patio de Vida que nos entretiene. Gracias Cristo por este verdadero poema prosado. Y Gracias preciosa Marta, por tan positiva publicación.
Edgar Trejos.
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