Wednesday, May 26, 2010
ME ALQUILO PARA PERDER
Me saludó con una mirada redonda, de esas que parecen verlo todo sin llegar a fijarse en algo en particular y me pidió permiso para ocupar el asiento contiguo en el vuelo 391 de Mexicana con destino Bogotá.
Ese ambiente definitivo y fiestero que se apodera mi en navidad, me hizo recoger las piernas y decirle con una sonrisa más grande de lo usual
-Claro, pase por favor.
Iba yo para mi país, dichosa de tener la fortuna de viajar para esas fechas y también de pasar aunque fuera una noche de ida y otra a mi regreso en el DF mexicano, que no visitaba desde tiempos inmemoriales.
-Me llamo Sammy, mucho gusto. -Dijo tendiéndome una mano franca y directa, soy hondureño, pero desde los 4 años mis padres me trajeron a USA a vivir. Y usted, vive acá en Miami?
-Marta, colombiana, hace unos años voy y vengo de mi país a Miami -dije estrechando su mano- pero en este momento ya me siento establecida en esta ciudad que adoro. La conoce usted?
-No, mi sede ahora es Boston, allí trabajo para una compañía japonesa muy reconocida en el campo de las comunicaciones.
-Y que haces? Me refiero a tu profesión.
-Ahhh. Bueno, –dos hoyitos simpáticos se dibujaron en sus mejillas cansadas- soy ingeniero y la verdad hago de todo para ellos – me dijo señalando un par de orientales con cara de pocos amigos dos puestos más adelante-. Pero básicamente les organizo los negocios con los países latinos por lo que hablo mejor español que ellos. Usted no se imagina la capacidad de trabajo de los japoneses, no descansan, no duermen, no piensan en otra cosa más que en el trabajo. Y me llevan por todo el mundo a un paso que cada día creo que no voy a soportar. Ahora mismo vengo de Japón y voy para Mexico a trabajar sin derecho a un domingo, a un descanso, nada.
Pero sabe? -acercándose a mi oído me dijo en tono de secreto- mi veradadera profesión es otra.
-De veras? Y cuál es?
Mirando hacia lado y lado para asegurarse de que nadie escuchaba me dice:
-Me alquilo para perder. Y con su cara asentía como quien dice Si señora…aunque usted no lo crea.
-Cómo? – De inmediato recordé el famoso cuento de Gabriel García Márquez, "Me alquilo para soñar" en donde narra la increible habilidad de Frau Frida quien se ofrecía, para soñar los sueños de las familias pudientes que la contrataran. Por alguna razón tambien tuve claro que Sammy ni siquiera tenía idea de la existencia de aquella historia.
-Si. -Prosiguió- Yo de vez en cuando me alquilo para perder. Me contratan en las peleas grandes de lucha libre en varias ciudades y en secreto se pacta para que yo pierda en determinado round. Todo para darle ranking al retador y hacerle hoja de vida.
-Y porqué haces eso? –pregunté asombrada.
-Bueno, alguien tiene que hacerlo no? Y a mi me da gusto saber que de alguna forma colaboro con la carrera profesional de esos talentos jóvenes. No es tan malo. Me pagan 1.200 dólares por pelea. Lo hago cuatro o cinco veces al año, es como un part-time jeje.
-Y no te lastiman? Claro yo se que muchas de esas peleas parecen rudas pero son más show que cualquier otra cosa.
-No crea, en el nivel profesional y cuando se pelea por un título, los chicos se lo toman muy en serio. Yo tengo 28 pero ellos apenas 21 o un poco más. Son muy fuertes y entrenan todos los días, yo no puedo hacerlo como quisiera. Algunas veces me dejan adolorido, lleno de moretones y con alguna costilla rota. Por eso cuando me tienen contra el piso y veo la gente entusiasmada que grita “mátelo, mátelo…yo les sonrío, como si les dijera no se preocupen, que su muchacho va a ganar. Y me gusta como me siento. Yo le pregunté algunas cosas más al respecto y él con entusiasmo me explicó detalles de las peleas, las reglas inauditas de un deporte que se trata de acabar con el adversario lo más rápido posible. Luego se recostó en la ventanilla y pareció quedarse dormido.
Yo también dormité con su historia en la cabeza. A lo lejos el aviso de la tripulación nos advertía del aterrizaje en el DF; como un resorte me incorporé para tratar de admirar por encima de mi compañero la extraordinaria panorámica de esa preciosa ciudad. El DF de noche es una galaxia interminable y misteriosa. Es una oscuridad sobrecogedora y una luminosidad de obnubila. Me dejé llevar por la inexplicable emoción que me embarga siempre que toco suelo mexicano. Bajé feliz del avión dispuesta a hacer sin remilgos la enorme fila de inmigración.
Ya cerca de la ventanilla de documentación, volví a ver a Sammy con una chamarra de esas con las que se hace ejercicio. Traía puesta la capucha, los japoneses lo escoltaban cuerpo a cuerpo en la fila por entre todos los viajeros. Me miró con sus ojos inyectados de cansancio y con dos dedos en alto me dijo adiós. Casi puedo jurar que lo vi en ese instante subir al ring a luchar como se lucha por la vida y en mi ingenuidad optimista recé a la virgencita de Guadalupe, para que por primera vez se hubiera alquilado para ganar.
Thursday, May 13, 2010
NO ES UN RIO....ES UNA MADRE.
A finales de los noventas, tuve el privilegio de conocer una de mis artistas favoritas. La colombiana Delcy Morelos, ganadora de casi todos los certámenes de Arte a nivel nacional de 1.994 a 1.997. Esta mujer más maga que cualquier otra cosa, nos invitó a mi compañero de entonces y a mí, a visitarla en su casa-taller de “La Perseverancia”; un barrio entre macabro y pintoresco, donde artistas de todos los pelambres, desde los más reconocidos hasta los que nunca vieron la luz fuera de sus oscuros refugios, convivían sin distinción de categorías ni estratos sociales.
Yo tenía un enorme deseo de conocerla, porque su trabajo más reciente me había dejado un hoyo en el corazón. Había quedado muda frente a su versión magistral de lo que es la maternidad. Ganadora indiscutible del Salón de Arte Joven de 1.994, con una gigantesca e impecable muestra en acrílico titulada: “NO ES UN RIO, ES UNA MADRE”. Una franja de rojo absoluto que partía el horizonte visual de paredes blanquísimas, en un río sangriento que cruzaba el espacio, con su repetición explosiva y dolorosamente interminable. Al estar allí de pié frente a este trabajo, tuve la certeza de que nada visto por mis ojos anteriormente, alcanzaba a describir siquiera de lejos, lo que una mujer experimenta desde que se convierte en madre.
Ser madre es eso, un rió de emociones encontradas. Una perplejidad continua por el milagro de la vida y por la amenaza de la muerte, ya que ambas rondan el corazón de cualquier madre, que ruega a Dios para que a su crío no le pase nada; en contraposición irónica con un hijo que crece a pasos de gigante, rogando a los santos todos los días para que le pase todo, porque lo único que tiene en mente, es devorarse el mundo de un solo bocado, sin medir ni pesar riesgos.
Ser madre es conocer de memoria los desperfectos del techo, aprendidos en el insomnio de las noches en que el hijo no llega, pero si alguien la sorprende pensativa, "aquí no pasa nada". Es un puñal que atraviesa su corazón el día que algo le pasa por insignificante que sea, es convertirse en clarividente, enfermera, profesora, sicóloga, mártir y guerrera invencible de un día para otro.
Ser madre es esa parte de nosotras que siempre nos impresiona porque transgrede todos los valores, supera todos los límites, perdona todos los pecados, olvida todas las ofensas y le encuentra justificación a todas las embarradas cometidas por su hijo sin importar el tamaño de sus desaciertos.
Un hijo le rompe todos los metros, le saca todas las lágrimas, le siembra una sonrisa eterna, cada vez que recuerda ese día en que su inocencia le conmovió y vuelve a sentir exactamente la misma ternura que cuando sucedió. Es un volcán de orgullosa lava que brota de adentro cuando hace algo extraordinario.
Un hijo nos saca lo mejor que somos, nos enseña lo que no sabíamos que éramos hasta que él necesitó que lo fuéramos. Un hijo es una estrella que nos marca una ruta que seguimos sin titubear hasta el último día de nuestras vidas, y finalmente, y esto lo aprendí hace poco, un hijo vence la muerte cuando una madre es capaz de vivir más allá de los días que le tocan solo porque su hijo se lo pide.
Aquella lejana tarde con Delcy en su pequeña habitación, después de hablar de astrología, de su colección de piedras recogidas en todos los ríos, supe la razón de la contundencia de su trabajo y el secreto certero de sus conclusiones, cuando al preguntarle ¿Cómo hacía para alcanzar semejantes imágenes, capaces de conmover hasta el escalofrío a los observadores?, ella sin decirme una sola palabra, me señaló un letrero entronizado en lo más alto de su mesa de trabajo...SOLO LA VERDAD.
Y si, cuando buscamos la verdad encontramos el asombro, el milagro, la poderosa esencia de lo que somos. Una madre es un río eterno que estalla en el corazón de la mujer, desde el día en que sabe que espera un ángel que le va a cambiar la vida. Un ser que le garantiza que tendrá que correr tras él para intentar alcanzarlo, entenderlo, comprender su idioma, su lenguaje y su mundo interior indescifrable para otros.
Una mujer se vuelve Dios al dar a luz: Lo puede todo, es capaz de superarlo todo; resistir y transformar todo en amor, refinado en el más puro crisol que es su sangre.
Por eso no olvido en una fecha como esta, esa obra de Delcy Morelos y su verdad de a puño: “NO ES UN RIO, ES UNA MADRE”.
Feliz día de la madre a todos los ríos del mundo.
Saturday, May 1, 2010
AL TIGRE LO CAMBIARON DE JAULA
Hace cinco años, para un veinte de Julio en el Tamiami Park en plena celebración de la Independencia colombiana, tuve la extraña oportunidad de conversar largo y tendido con el Ex General Noriega prisionero en una cárcel de Miami.
Lo primero que se preguntarán es cómo fue posible?
Simple amigos. La tecnología es como Dios... lo puede todo.
Nos encontramos con una patota de panameños que asistieron dispuestos a gozarse las fiestas como si fueran colombianos aún, en virtud de que todavía no le ha dado a nadie por ponerle fronteras a la amistad.
Pues bien, entre ellos estaba un amigo personal del “Tigre”, quién me contó que todos los días de los quince años que “El general” llevaba preso, él lo llamaba para enterarse de cómo estaban las cosas afuera. Sin embargo, me pareció que más que eso, era el gesto leal de un sujeto que decide convertirse en los ojos del oscuro ex mandatario, para sostenerle el ánimo y desde el otro lado de la reja ayudarlo a sobrellevar los pesados días colgados de su voz celular.
Me contó que rezaban juntos, que siempre preguntaba por los conocidos y que últimamente parecía estar más callado, como si ya no tuviera nada que decir. Que recordaba mucho los viejos tiempos y le pedía que le mandara libros y artículos personales de primera necesidad.
La fiesta siguió y de pronto se me acercó y me dijo: “El general quiere hablar con Usted”. Yo sorprendida por la petición pasé al teléfono sin atinar qué decir, más aguijoneada por la curiosidad que por cualquier otra cosa.
Su voz sonó lenta por el auricular y antes de que yo pudiera pronunciar palabra me dijo:
-Me han contado que usted es escritora
-Así es, soy escritora me llamo Marta y soy colombiana.
-Que bueno porque debe usted haber leído a Vargas Vila...
“Ya se hundió en la sombra eterna, en la tiniebla insondable, en el abismo infinito;
la fe cree ver el vuelo de las almas, en la región oscura de ultratumba, en un viaje mitológico hacia no sé qué lejano horizonte poblado de quimeras;
-Caramba, lo conoce bien no?
-Si, en estos días tan largos su poesía es una de mis compañías favoritas, lástima que en Miami no se consiguen sus libros, también he tenido tiempo para leer y releer la Biblia y meditar mucho sobre sus verdades.
Y así transcurrió una extraña conversación sobre sus autores favoritos, también me preguntó sobre los míos. Yo le di dos o tres nombres sin pensarlo demasiado y hablamos un poco más sobre ellos. Dejó claro que se había convertido en un voraz lector. Era una voz sin afanes, quizá porque el tiempo de la prisión no es el mismo que corre desbocado afuera.
-Quisiera regresar a mi país bajo la condición que sea.
Un silencio incómodo corrió como un escalofrío entre los teléfonos.
Finamente, no pude contenerme y le aventé la pregunta de rigor:
-“Se arrepiente usted de algo?”
-Uno solo puede arrepentirse de lo que no hizo. El resto ya es pasado.
A más de cinco años de aquella conversación, veo en las noticias que ha sido extraditado a Francia con sus 76 años a cuestas. Purgará una condena por el lavado de más de tres millones de dólares del narcotráfico en los bancos franceses.
Ya se alzan voces en Panamá. solicitando que sea repatriado una vez que termine su condena en Francia, para afrontar los cargos pendientes en su país.
Mientras miro su imagen encorvada subir al avión, solo se me ocurre pensar que hay pecados más grandes que el hombre que los comete y por lo tanto no alcanzan a pagarse en una sola vida. Ese parece ser el triste caso de Manuel Noriega ex dictador de Panamá. Allí quizá ya no haya celulares, que lo rescaten por momentos de la oscuridad de su nueva celda en la ciudad de la luz.
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